CUERPO
COMO
TEMPLO

Históricamente, las culturas ancestrales indígenas han utilizado el cuerpo como soporte para la pintura, no solo como una expresión artística, sino también como un acto de protección espiritual.
Esta serie explora la tradición de la pintura corporal, conectándola con la iconografía barroca mestiza de las misiones jesuíticas de América del Sur en un diálogo contemporáneo sobre identidad, espiritualidad y legado cultural.
A través de esta dualidad, las obras nos invitan a cuestionar y resignificar el concepto de templo con una colección de piezas que fusionan diversas técnicas: pintura corporal, fotografía y geotintas.

La tierra, símbolo de fertilidad y evocación a la Madre Tierra, está presente durante todo el proceso como material para pintar el cuerpo y, posteriormente, para intervenir en la fotografía.
Las imágenes, impresas en algodón, son intervenidas con pigmentos de tierra, hojas de oro y plata, realzando así la conexión intrínseca entre el cuerpo humano y la naturaleza, sugiriendo que el cuerpo, al igual que las estructuras arquitectónicas, puede ser un santuario sagrado.